En el año 2015, la Organización de Naciones Unidas planificó objetivos para que en el 2030 no hubiese pobreza, protegiésemos al planeta y diésemos garantías para que la toda Sociedad disfrutase de paz y prosperidad.
Hoy a 7 años de cumplirse el plazo, apoyados en los Objetivos de Desarrollo Sustentable ODS, estamos muy lejos de alcanzar esos nobles anhelos. Es más, los multidatos disponibles nos permiten cuantificar a las Mujeres de países en vía de desarrollo como las vulnerables y con más brechas a cubrir.
A modo de ejemplo, de los 17 ODS, el 6 señala que se debe garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todas y todos… La bendita Agua, indispensable para la vida, clasificada como potable, dulce, salada, salobre, dura, blanda, destilada, residual, negra, gris y cruda.
Una mirada a lo largo de la historia liga a la Mujer con el Agua y su custodia. En la mitología encontramos sirenas y ninfas, como las griegas Náyades. Más cerca tenemos a nuestra Mamacocha, la quechua Madre de las Aguas.
Actualmente continuamos en el rol, pero prosaicamente, pues son Mujeres y Niñas las responsables de la captación del agua en el 80% de las viviendas con insuficiencia de acceso al agua, a nivel mundial. Esta actividad las expone a riesgos, a sobreesfuerzo físico y a dejar de lado otras actividades productivas, educativas o recreativas. En este contexto, las mujeres son las que gestionan el agua – pues siguen teniendo la responsabilidad de tareas domésticas tan vitales como cocinar, limpiar y lavar- por tanto, son ellas quienes supervaloran y sobreprotegen el recurso hídrico.
Desde aquí, miremos con entusiasmo a los países desarrollados, donde la Mujer ha llegado masivamente al poder y está promoviendo políticas públicas para el acceso universal al Agua.